Después de una comida copiosa, especialmente en celebraciones o reuniones familiares, es común escuchar la frase: “¿Un digestivo?”. Los llamados licores digestivos forman parte de una costumbre antigua y extendida en muchos países, pero ¿realmente funcionan o es solo un ritual más del acto de comer? En este artículo exploramos los tipos de licores digestivos, su origen, y qué dice la ciencia sobre su eficacia.
¿Qué son los licores digestivos?
Los licores digestivos, también conocidos como digestivos, son bebidas alcohólicas que se consumen después de las comidas con el objetivo de facilitar la digestión. Suelen tener un alto grado alcohólico (entre 30% y 40%) y están elaborados con hierbas, raíces, especias o frutas que históricamente se han asociado a propiedades digestivas.
Principales tipos de licores digestivos
Aunque varían según la región, algunos de los licores digestivos más populares son:
- Amaro (Italia): Amargo, elaborado con hierbas y raíces. Muy popular en la cultura italiana.
- Jägermeister (Alemania): Un licor de hierbas que también ha ganado popularidad como bebida de fiesta.
- Fernet (Italia/Argentina): Muy amargo, con notas mentoladas. En Argentina se mezcla frecuentemente con cola.
- Chartreuse (Francia): De origen monástico, elaborado con más de 130 plantas diferentes.
- Orujo de hierbas (España): Aguardiente macerado con hierbas aromáticas.
- Anís (diversos países): Dulce y con sabor a regaliz, también utilizado como digestivo.
¿Funcionan realmente como digestivos?
Desde un punto de vista científico, el consumo de alcohol no estimula directamente la digestión. De hecho, puede ralentizarla en algunos casos. Sin embargo, ciertos compuestos presentes en las hierbas utilizadas para elaborar estos licores (como el anís, el hinojo, la menta o el jengibre) sí tienen efectos digestivos demostrados, como reducir gases, hinchazón o espasmos intestinales.
El problema es que el contenido de alcohol puede contrarrestar esos beneficios. En pequeñas cantidades, el alcohol puede relajar el tracto digestivo, pero en exceso puede irritar el estómago y el hígado.
Conclusión: los licores digestivos pueden tener un ligero efecto digestivo por sus ingredientes herbales, pero su eficacia es limitada y depende más de la costumbre que de la ciencia.
Origen de esta costumbre
La tradición de tomar un licor después de comer tiene raíces antiguas. En la Edad Media, los monjes europeos elaboraban brebajes medicinales con hierbas para tratar malestares estomacales. Estos preparados evolucionaron hacia los digestivos modernos. En muchos países europeos (especialmente Italia, Francia, Alemania y España), esta costumbre se ha mantenido como parte de la cultura culinaria.
También en América Latina (como en México o Argentina), tomar un “caballito” de licor después de una comida pesada es sinónimo de tradición.

Entonces, ¿es mito o realidad?
Podríamos decir que es una mezcla de ambos. El consumo de licores digestivos tiene un trasfondo histórico y cultural muy fuerte, y aunque algunos ingredientes naturales puedan ayudar a la digestión, el efecto no es tan potente como se cree.
Además, el componente social y ritual es probablemente más importante: sentarse después de comer, brindar, relajarse… todo eso sí favorece la digestión, aunque el licor en sí tenga un efecto limitado.
Conclusión
Los licores digestivos forman parte de una tradición milenaria que ha sobrevivido hasta nuestros días. Si bien su efectividad es discutible desde un punto de vista médico, no cabe duda de que cumplen una función social y cultural muy importante. Consumidos con moderación, pueden ser una forma agradable de cerrar una buena comida.
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